El proceso está lleno de prejuicios basados en su identidad travesti, que derivó en un cambio de carátula y en una hipótesis sobredimensionada que no se sostiene en los hechos. La acusan de un delito que ella desconocía. Quedó presa en el Complejo Penitenciario Federal IV de Ezeiza, Servicio Penitenciario Federal. Luego de ocho meses allí, y de reiterados pedidos de la defensa, le otorgaron la prisión domiciliaria.
Luz tiene 23 años y está acusada de un “intento de homicidio triplemente agravado”, de “privación ilegítima de la libertad” y de ser cabeza de una banda narco. Las pruebas en su contra son insuficientes. Ella es una joven travesti que se tiene que prostituir para comer, perdió la vista de un ojo y apenas pasa el metro sesenta. Su condena es por ser travesti, pobre y haber estado en la escena del crimen horas antes porque habían contratado su servicio. Su condena es está atravesada por los prejuicios y el odio.
El Gondolin
Uno de los colectivos que te deja cerca del Hotel Gondolin es el 90. Me bajé y caminé las cuatro cuadras hasta llegar a su fachada que está llena de colores. Un pasillo antecede a la pensión de tres pisos y 20 habitaciones. La cumbia suena en Villa Crespo y este edificio fue recuperado por un colectivo de travestis y trans, que la administran hace más de 15 años de manera autogestionada. Resistieron un desalojo y hoy reciben a chicas del interior del país, a las que dan contención y asesoran para sacar el DNI, entre otras cosas.
Subo unas escaleras, saludo a las chicas que en su mayoría me responden con una gran sonrisa. Camino por otro pasillo y la veo a Luz, sentada, fumando un cigarrillo y con un temple tranquilo. Me siento a su lado, prendo el grabador y así empiezo.
“Me vine de Salta a los 13 años, no me fui a otra ciudad porque acá tenía a las chicas. Me vine a trabajar y a estudiar. Una de ellas me convenció de terminar la secundaria y por eso empecé en el Mocha Celi, yo quiero que termine todo esto para poder seguir estudiando”, afirma Luz.
El fiscal Andrés Madrea tiene un video donde Luz entra a un edificio el 23 de junio de 2018 junto a dos hombres que la habían contratado. “Yo había ido con ellos porque querían un servicio oral”, dice Luz. Lo que no sabía es que la fiscalía también usa como prueba contra ella saliva que encontraron en uno de los preservativos que usó. No sabía que horas después de que ella se fuera en ese mismo cuarto había un hombre maniatado y en estado comatoso. Este hombre, también se relacionaba con otros hombres, la misma cámara registra que Luz se retira sola dejando a quienes la contrataron dentro del lugar. En criollo, le hicieron una cama.
A Luz la detienen y le muestran el video, ella no entendía nada. Después de estar ocho meses tras las rejas la defensa le consiguió la prisión domiciliaria. Luz perdió la vista en un ojo y en el otro sólo ve un 25%. Por esto mismo ella debería haber tenido antes la prisión domiciliaria, otro atropello más ya que se incumplió el inciso C del artículo 32 de la ley 24.660 ampara a las personas que presentan una discapacidad.
Basta
El juicio oral comienza el 20 de febrero, desde el secundario Mocha Celis y el Hotel Gondolin, como de distintas organizaciones sociales de Derechos Humanos, lanzaron una campaña para ayudar a Luz, «llevarle comida, ropa, mercadería que necesite, recordemos que no le permiten siquiera salir de la pensión entonces no puede generar ingresos».
Lo cierto es que la vida material para las personas travestis y trans no es fácil, existe mucha deserción escolar, la mayoría tiene que prostituirse para poder vivir y en general están expuestas a la discriminación y el acoso constante. Esta situación es algo estructural en Argentina, y sucede durante este Gobierno y el anterior también. No alcanza con defender la Ley de Identidad, hay que cumplirla.
En el 2019 la violencia contra el colectivo LGBTIQ en Argentina aumentó tanto en asesinatos como en ataques y agresiones callejeras, violencia institucional y discriminación en distintos puntos del país. Sólo hasta junio ya se habían registrado 68 crímenes de odio. Esto es, un ataque cada 68 horas según datos parciales (hasta el 30 de junio) del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT creado por la Defensoría LGBT del Instituto contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, en articulación con la Federación Argentina LGBT y la Defensoría del Pueblo de la Nación.
En los crímenes de odio, la orientación sexual, la identidad y/o la expresión de género de todas las víctimas son utilizadas como pretexto discriminatorio para la vulneración de derechos y la violencia. “Son actos voluntario conscientes, generalmente realizados con saña, que incluyen, pero no se limitan, a violaciones del derecho a la dignidad, a la no discriminación, a la igualdad, a la integridad, a la libertad personal y a la vida”, según indica el informe del Observatorio.
No está sola
Luz tiene contención, su abogada Luli Sánchez asegura que “no se está buscando a los dos verdaderos culpables, la Justicia solo agarró a dos perejiles, a Luz y a otra persona con una discapacidad mental, que es la víctima a la que atacaron. Es más, tiran más el Código Penal encima para agravar más la acusación sobre Luz”.
“Absolución para Luz”, “Para Luz la libertad”, “Basta de criminalización”. Dicen las consignas que se levantan para defenderla. Las mismas estuvieron en las asambleas feministas, y van a estar plantándose contra la criminalización.
Las calles son nuestras, y la pelea seguirá siendo allí. Hay que seguir luchando contra las instituciones que condenan a las personas LGTBI a una vida de miseria, hay que transformar la realidad.
Fuente: https://www.laizquierdadiario.com.bo/Para-Luz-Aime-Diaz-la-absolucion-Quiero-que-termine-este-juicio-para-poder-seguir-estudiando