La elección de Claudia López como alcaldesa de Bogotá marcó un hecho histórico. Es la primera vez que una mujer llega por voto popular al que es considerado el segundo cargo político más importante de Colombia.A propósito de su victoria en las urnas, se ha resaltado, por un lado, su formación académica, que comprende un título en Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, una maestría en Administración Pública y Política Urbana y un doctorado en Ciencia Política en la Universidad de Northwestern. Y por otro, sus investigaciones sobre ‘parapolítica’ y su posterior trayectoria como senadora, impulsadora de la Consulta Popular Anticorrupción y excandidata vicepresidencial.
Sin embargo, también se ha mencionado su orientación sexual, pues, desde hace varios años, se conoció que López es lesbiana, e incluso su relación con la actual senadora Angélica Lozano es de público conocimiento.
“Es la primera vez –dijo López en su discurso minutos después de su victoria– que una mujer, hija de una maestra, diversa, llega al segundo cargo más importante que tiene el país”, y así lo registraron los medios. El portal de la BBC, por ejemplo, tituló: “ecologista, lesbiana y símbolo de la lucha contra la corrupción”. Por su parte, ‘El País’, de España, resaltó: “mujer, lesbiana y de origen humilde”. Y algunos fueron más allá, como la agencia AFP, que informó: “Una lesbiana hace historia como primera alcaldesa electa de Bogotá”.
Desde entonces, en redes sociales se ha debatido sobre la pertinencia de resaltar que la alcaldesa electa de Bogotá es lesbiana. El grueso de las observaciones apunta a que su orientación sexual hace parte de su vida privada y no reviste la importancia que tendrían, por ejemplo, su formación y su trayectoria. Otros, en cambio, defienden la necesidad de, al menos, mencionarlo. Ante esta discusión, EL TIEMPO consultó a académicas y activistas para dar respuesta a este interrogante.
Para Juliana Martínez, profesora de género y sexualidad en la American University (Washington D.C.) y coordinadora de proyectos en Sentiido –espacio de periodismo y análisis sobre diversidad sexual y de géneros–, aunque no es “lo único ni lo más importante” de López, sí es necesario mencionar su orientación sexual, pero bajo un contexto adecuado.
“Cuando personas que pertenecen a poblaciones históricamente marginalizadas alcanzan logros o posiciones de poder que les han sido prohibidos debido a la discriminación, estos deben resaltarse de esta manera porque, además de históricos, tienen un poder simbólico enorme; mandan un mensaje de cuáles son nuestros valores como sociedad y de que el mundo está cambiando”, explica Martínez.
Para sectores del activismo LGBT, la elección de Claudia López es resultado de la incesante lucha por la igualdad. Blanca Durán, lesbiana, activista y exalcaldesa de la localidad de Chapinero, dice que “Bogotá dio ejemplo de país y mostró que es la ciudad del respeto y la diversidad, en la que avanzamos en derechos”.
Durán, que hizo parte de la campaña de López por su experiencia en protección de derechos humanos (principalmente de mujeres y población LGBT), enfatiza en el carácter simbólico de que esta elección se diera precisamente en la capital.
«Si en Bogotá no lográbamos este paso para la diversidad, en ningún otro lugar del país lo íbamos a lograr. Bogotá fue pionera en políticas públicas LGBT desde la alcaldía de Lucho Garzón y eso cambió imaginarios de la gente, este es el resultado”, afirma.
Pero el triunfo de López, que obtuvo un total de 1.108.541 votos en las urnas, no debe leerse únicamente como una victoria frente a la discriminación. Elizabeth Castillo, abogada, activista y autora de ‘No Somos Etcétera’ –libro que reúne parte de la historia del movimiento LGBT en Colombia–, explica que la orientación sexual no es un factor determinante a la hora de elegir a una persona para un cargo público.
“La gente no votó por Claudia porque es lesbiana–aclara–sino porque vio en ella otros factores que le permitieron considerarla la mejor opción. Ni siquiera nosotras las personas LGBT que votamos por ella lo hicimos porque es lesbiana sino porque reconocimos sus capacidades para administrar la ciudad”.
Sin embargo, Castillo explica que, si bien la campaña de López nunca se estructuró con base en su orientación sexual, “una vez electa sí es relevante mencionar que es lesbiana en la medida en la que logra transmitir el mensaje de que, en este país patriarcal, sí puedes ser mujer, lesbiana y alcaldesa al mismo tiempo, y eso es muy potente, sobre todo para crear referentes para niñas y jóvenes lesbianas, bisexuales o trans”.
Pero Claudia López no fue la única persona LGBT que resultó electa en estas regionales. De acuerdo con la organización Caribe Afirmativo, en estos comicios se presentaron 80 candidaturas de personas abiertamente lesbianas, gais, bisexuales o trans, de las cuales 21 quedaron electas: una alcaldía, 12 a concejos, tres a asambleas y cinco a JAL.
En estos casos, insisten las fuentes consultadas por este diario, es importante aclarar la orientación sexual o la identidad de género diversa del candidato o candidata por el carácter simbólico de su elección, incluso si en campaña el activismo LGBT no figuró como una de sus banderas.
“La orientación sexual o la identidad de género no son datos que deban avergonzar a alguien”, afirma Marcela Sánchez, directora ejecutiva de Colombia Diversa. “Ser una persona diversa no opaca ni niega otras características de la candidatura. ¿Por qué se menciona? Porque ser LGBT ha sido una característica usada por otros grupos para discriminarnos. Lo que demostró el electorado es que ese dato no opaca esas otras características, y posiblemente se valoró de manera positiva, lo que sería una muestra de respeto a la diversidad”, añade.
Sánchez, quien es trabajadora social con estudios en asuntos de género, sexualidad y derechos humanos, recuerda que, como ella, muchas personas deciden, además, asumir su orientación sexual como una posición política.
“Ser lesbiana no es solamente tener relaciones con mujeres, también es una posición política que yo asumo con consciencia de lesbiana porque sé lo que significa la discriminación y porque sé que el Estado tiene la obligación de trabajar en contra de esa discriminación. Tener una orientación sexual minoritaria no es solamente un asunto de sexualidad”, dice.
Al respecto, la profesora Juliana Martínez considera que en el caso de Claudia López, por la relevancia del cargo, también es pertinente mencionar que es lesbiana precisamente por la manera en la que se ha entendido la orientación sexual en coyunturas políticas recientes del país como el plebiscito por la paz, cuando se relacionó con la supuesta “ideología de género”, o el fallido referendo que promovió Viviane Morales para prohibir la adopción de parejas del mismo sexo.
“La orientación sexual se ha usado políticamente para movilizar ‘en contra de’, pero esta vez –explica Martínez– más de un millón de personas, en la capital de un país históricamente homofóbico, consideró que Claudia era la persona más calificada, sin prestar importancia a que es lesbiana. Eso demuestra un cambio de percepción porque se reconoció que el que ella sea lesbiana no le impide ser buena alcaldesa y que eso solo lo puede determinar su trabajo”.
No es garantía
El programa de gobierno de Claudia López cuenta con una sección titulada ‘Derecho a ser felices sin importar a quien amemos’, en la que se mencionan sus propuestas para la población LGBT. Su estrategia, como indica el documento, será trabajar de manera articulada para identificar, prevenir y erradicar todas las formas de discriminación y violencias que enfrentan las personas LGBT en Bogotá. “Promoveremos el respeto por la diferencia y acabaremos el abuso social e institucional”, asegura.
En concreto, López plantea ampliar y fortalecer los Centros Comunitarios y de Protección, adelantar procesos de sensibilización con empresas para evitar la discriminación por orientación sexual y capacitar a funcionarios públicos, miembros de la Fuerza Pública y servidores del sector educativo y del sector salud para evitar la estigmatización y la violencia y garantizar la igualdad de derechos de la población LGBT.
Sin embargo, las fuentes consultadas por este diario coinciden en que el hecho de que la alcaldesa electa sea lesbiana no es, de ninguna manera, una garantía para asegurar el cumplimiento de estas propuestas. “Uno esperaría que una persona que ha sufrido en carne viva la discriminación va a trabajar para evitarla, pero no es garantía para nada, y ahí es donde hay que exigirle a Claudia, como a cualquier persona que estuviera en ese cargo, que garantice que los derechos de las personas LGBT sean respetados”, comenta la profesora Juliana Martínez.
Los problemas de la población LGBT en Bogotá no son menores. Por ejemplo, de acuerdo con el informe ‘La discriminación: una guerra que no termina’, publicado por las organizaciones Colombia Diversa y Caribe Afirmativo, 12 personas LGBT fueron asesinadas en Bogotá durante 2017 en razón de su orientación sexual o su identidad de género.
El informe también denuncia que ese año se registraron 60 amenazas contra personas LGBT (11 más que en 2016), y que las zonas del país con más casos registrados fueron Cundinamarca y Bogotá. Estas cifras posicionan a la capital como la tercera zona del país con mayor riesgo para personas LGBT, después de los departamentos de Antioquia y Valle del Cauca.
De otro lado, distintas organizaciones y colectivos coinciden en que la administración de Claudia López deberá trabajar, sobre todo, por mantener y ejecutar la política pública LGBT de la ciudad, fortalecer las casas refugio diseñadas para las personas LGBT víctimas de violencia motivada por prejuicios y consolidar un modelo de atención integral de salud para las personas trans.
WILLIAM MORENO HERNÁNDEZ
Tendencias EL TIEMPO
Fuente: https://www.eltiempo.com/cultura/gente/es-necesario-hablar-de-la-orientacion-sexual-de-un-mandatario-430484