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Las personas trans o no binarias tienen 16 veces más depresión que la población en general, según un informe

Transaludes, realizado por el Instituto de Salud Carlos III, es el primer estudio que se presenta en España sobre el estado de salud del colectivo trans y no binario.

Es 16 veces más común que las personas trans o no binarias sufran depresión y 11 veces más común que padezcan ansiedad que la población en general, según el estudio Transaludes: salud en personas trans y/o no binarias en España, presentado este martes por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) en el Ministerio de Salud. El equipo de investigación revela que los problemas de salud mental se deben a la discriminación estructural y a la violencia que sufre este colectivo, así como a las barreras sociales y sanitarias para la transición.

Este estudio es el primero que se realiza en España sobre el estado de salud de las personas trans y no binarias. María José Belza, quien lideró la investigación, ha explicado que en España hay poca información para cuantificar el estado de salud y las dificultades de este colectivo, especialmente para atender los problemas sanitarios y crear políticas públicas.

El estudio Transaludes se realizó a partir de entrevistas a 1.823 personas trans y no binarias de las 17 comunidades autónomas y las dos ciudades autónomas. El 35% de las personas participantes son hombres trans, el 23% mujeres trans y el 42% personas no binarias, con una edad media de alrededor de 26 años.

Uno de los grandes temas del estudio ha sido la salud mental, ya que está “altamente influenciada por la discriminación estructural”, ha indicado el equipo del ISCIII. “Hay una peor salud mental que en la población general”, han añadido. Así, cuando se les consultó a los participantes si algún médico les había diagnosticado alguna enfermedad o trastorno en los últimos 12 meses, las respuestas relacionadas con la salud mental quedaron muy por encima de otras enfermedades. El 47,5% respondió que habían sido diagnosticados de ansiedad, el 39,6% de depresión y el 29,4% de otros problemas de salud mental.

Los investigadores también han advertido sobre las altas cifras de autolesiones e ideas suicidas en el colectivo. En el grupo de los hombres trans, el 67% contestó que se había autolesionado alguna vez en la vida; en las mujeres trans, un 44,1%, y en las personas no binarias, un 67,4%.

En cuanto al suicidio, en los hombres trans, el 76,4% tuvo pensamientos suicidas y el 37,6% llevó a cabo un intento de suicidio; en las mujeres trans, el 68,1% sufrió pensamientos suicidas y el 36,7% lo intentó. En cuanto a las personas no binarias, 8 de cada 10 tuvo pensamientos suicidas y 4 de cada 10, intentos suicidas.

La discriminación estructural y las barreras para la transición son algunos de los factores que deterioran la salud mental e incrementan la idea suicida. Por ejemplo, el estudio menciona que la ideación suicida en los últimos 12 meses incrementa en un 25% si hay barreras para el cambio de nombre registral, en un 33% si hay barreras al cambio de sexo registral, 57% si hay barreras para la transición hormonal y 78% si hay barreras para la transición quirúrgica.

Los miembros de Transaludes han asegurado que estos datos son especialmente preocupantes en una la población tan joven (la media del estudio es de 26 años) y manifiestan la urgencia de que el sistema responda para atender la salud mental del colectivo.

Visibilización y acceso a servicios sanitarios

La mitad de los encuestados percibe que tiene un buen estado de salud (53,8%). Sin embargo, esta cifra es menor, en 30 puntos porcentuales, que la percepción de la población en general (85,3%) sobre su buen estado de salud. Por otro lado, 4 de cada 10 personas trans y no binarias creen que sus profesionales sanitarios no saben cómo atender al colectivo.

Esto tiene gran impacto en los procesos médicos de transición. Un porcentaje alto de las personas encuestadas aseguró que no lo lleva a cabo por miedo a la discriminación en las consultas, las barreras sanitarias y las listas de espera. Otras respuestas fueron: no tener información para hacerlo, desconfiar de las consultas médicas y la negativa del personal médico.

Jimena González, diputada de Más Madrid en la Asamblea de Madrid, quien participó de la presentación, ha explicado que pocas cosas alejan más a la comunidad trans de los servicios médicos que ser llamada por otro nombre en la sala de espera, o que el médico no te pueda atender porque tu nombre del DNI no va con tu persona. “Desde el ámbito sanitario esto es fundamental”, advierte. Y, agrega que “el reconocimiento legal y administrativo mejora la salud mental en las personas”.

El informe indica que, dadas estas barreras, dos tercios de las personas que habían realizado alguna transición quirúrgica lo acabaron haciendo en la sanidad privada. Por ello los investigadores solicitan que los profesionales sanitarios ―especialmente médicos de familia y endocrinólogos― deben estar formados para atender a las personas trans y no binarias, para mejorar la atención y el seguimiento de los procesos de transición hormonal.

Sobre el cambio de sexo registral, la encuesta indica que el 64,9% de hombres trans lo había hecho, el 68,1% mujeres trans y el 12,7% personas no binarias. Sobre la transición hormonal, el 71,8%, 77% y 23% estaban en proceso, respectivamente.

Violencia hacia el colectivo

El estudio menciona que solo 1 de cada 10 personas trans o no binarias se ha visibilizado totalmente en todas las esferas de su vida. Y lo que más les frena para hacerlo son las barreras sociales y el miedo a la discriminación. De los participantes, el 87,4% respondió que había sufrido algún tipo de violencia tránsfoba o discriminación por su identidad de género y casi la mitad, agresiones físicas. Esto genera secuelas a lo largo de la vida en la salud mental y bienestar físico de las personas: 8 de cada 10 las presentan.

Fuera de las relaciones de pareja, el 70% denunció haber tenido algún tipo de violencia sexual; 3 de cada 4, la sufrieron por parte de alguna pareja. El equipo de investigación ha asegurado que estos datos son superiores a los de las personas que finalmente denuncian y esto demuestra la “necesidad de desarrollar programas de prevención, detección y protección en todos los ámbitos”.

Los investigadores también contaron que, durante el proceso de hacer las encuestas, sufrieron episodios de violencia. Hubo intentos de boicot por parte de colectivos tránsfobos, quienes enviaron mensajes con insultos y tratos degradantes, e intentaron dañar la muestra con mensajes falsos y suplantación de identidad de personas trans.

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2024-11-19/las-personas-trans-o-no-binarias-tienen-16-veces-mas-depresion-que-la-poblacion-en-general-segun-un-informe.html

Conoce a «Superbollo», una superheroína lesbiana

El colectivo Parole de Queer creó a este singular personaje en 2020; este año publican su segunda aventura.

En 2020, el colectivo Parole de Queer publicó «SuperBollo contra la L.E.F.A.«, un cómic que nos introdujo a un nuevo personaje de la comunidad LGBT+: «SuperBollo», la superheroína lesbiana.

Para la creación del personaje y de su primera aventura, participaron 11 artistas de EspañaMéxicoArgentina y Canadá.

En este 2024, el singular personaje regresa en una nueva aventura titulada «SuperBollo contra el Código Binario«. El cómic ha sido publicado por Kaótica libros. Cuenta con un guion de Áles Torres e Irene Sala (Parole de Queer) y arte de la ilustradora y muralista Galletamaria.

Sus creadorxs, Parole de Queer es un grupo surgido en Barcelona en 2009. En ese mismo año publicaron la revista «Parole de Queer«, un espacio para plasmar historias y arte de ciencia ficción de contenido queer.

Con el paso del tiempo, Parole de Queer, se ha convertido en un referente de las teorías queer, transfeministas y antiespecistas en España.

El personaje de «SuperBollo» es una suerte de parodia de «Superman«. El personaje fue creado en una noche de fiesta. Ante la falta de referentes femeninos en la ciencia ficción, sus creadorxs se vieron en la necesidad de crear una superheroína bollera y rodearla de un universo repleto de protagonistas «transmaricabollo”.

En su universo, «SuperBollo» tiene un archienemigo que oprime a las disidentes de género y sexuales: «L.E.F.A.» (liga exterminadora de feminazis antisistema). En esta nueva segunda aventura se le ha llamado «Código Binario«, una malvada corporación que opera a nivel mundial para someter y “normalizar” a mujeres cis heteros y disidentes.

En cuanto a los poderes y habilidades de «SuperBollo«, ella puede lanzar «insultos cómo camionera» (palabras textuales de lxs guionistas).

De acuerdo con sus creadorxs, la idea es continuar la saga y realizar una tercera parte.

Fuente: https://escandala.com/conoce-a-superbollo-una-superheroina-lesbiana/

La patrulla ‘gay’ de la Policía que vela por los derechos LGTBI: «Si a mí me llaman lesbiana, me doy media vuelta y me voy. Tenemos la piel muy fina y no todo es un delito de odio. A veces sólo es un hecho odioso»

La asociación LGTBIPol, con más de 300 agentes, lucha por la sensibilización y la diversidad dentro de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. «Como en el resto de la sociedad, claro que hay homofobia en la Policía. Y machismo»

Hay que zambullirse algo lejos en el lodo del tiempo, cuando en los alborotados años 60 los derechos civiles comienzan a avivarse en la hoguera de la Historia, para encontrar en la literatura homosexual por vez primera la expresión salir del armario. Como un maná de libertad sexual, el colectivo LGTB se iba sacudiendo la polvareda milenaria del ostracismo; aún tendría que llegar la revuelta del bar Stonewall de Nueva York en el 69, bendita noche de cuchillos largos traída hoy como símbolo del pink power y punto de partida de todas las celebraciones del Orgullo que en el mundo han sido. Y aún así, medio siglo después, la tramontana gay sigue agazapada en demasiados países y en no pocos entornos.

Enfilado el 2024, en ciudades como Madrid el colectivo ha levantado un imperio de libertades LGTB con el pintoresco barrio de Chueca como una de las capitales de la cosa. Salir pues del armario en la gran urbe ya no es el mayor de los pecados (ahí está su desfile del Orgullo, el tercero más multitudinario del planeta), se denuncian más delitos de odio que nunca y los tentáculos de la sensibilización se cuelan hasta en los territorios más diestros. Pero, ¿qué pasa en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado? ¿Están estos organismos alineados con la mirada LGTB del mundo? ¿Han abierto sus principios fundacionales, más bien conservadores, a las realidades de este colectivo que, según ratifican las estadísticas, ya es el 1o% de la población?

Para medirle la temperatura a estos asuntos, en 2016 vio la luz en Madrid la asociación LGTBIPol, a la que a día de hoy pertenecen 300 agentes de la Policía Nacional, Municipal y Guardia Civil. Todos ellos personas lesbianas, gays, transexuales o bisexuales que abrazan su identidad sexual y su labor de servicio bajo esta enredadera de siglas. «Uno de nuestros objetivos es educar a otros compañeros para que tengan la sensibilidad necesaria a la hora de trabajar», explica a GRAN MADRID Rufino Arco Tirado, miembro de la junta directiva de LGTBIPol.

-¿En qué sentido?

-Por ejemplo, en algo tan simple como que reconozcan el género no binario. Se van a a encontrar con estas personas en la calle, en las comisarias, y es fundamental que sepan cuál es su realidad. O a la hora de cachear a una persona trans. Y si alguien va a la Policía a denunciar un delito de odio, que los agentes tengan los conocimientos necesarios para fundamentarlo.

Rufino Arco Tirado, policía nacional y miembro de la junta directiva.

Otro de los objetivos de esta agrupación es favorecer la visibilidad LGTB dentro de las propias corporaciones. «Que los compañeros tengan un espacio seguro en el que poder hablar [si ellos mismos sufren algún tipo de discriminación por parte de un mando u otro agente, o incluso si son víctimas de una agresión de una pareja]», insiste Rufino. «Y también estamos peleando para adaptar la normativa interna, por ejemplo, en el tema trans».

-¿Qué dice esa normativa trans?

-Nada. No existe. Y habría que poner por escrito, por ejemplo, cómo ha de ser el uso de los vestuarios de los agentes en los módulos compartidos.

A sus 41 años, Rufino lleva 16 en el Cuerpo Nacional de Policía. Y fue él, con un grupo de compañeros que abanderaban las reivindicaciones LGTBI, quien decidió poner en marcha la asociación. «Llegó a nuestros oídos que varias personas del colectivo no quisieron ir a denunciar a la Policía porque pensaban que no iban a ser bien atendidas. O el caso de un agente que tenía problemas con su pareja y se veía incapaz de ir a una comisaría y gestionarlo», cuenta Rufino, que además de funcionario había sido finalista en Mister Gay España y ya era conocido dentro del colectivo como el poli gay. «Como ya tenía algo de experiencia con las entrevistas, me convertí en la cara visible de LGTBIPol».

-¿Ese farallón de visibilidad le ha pesado en alguna ocasión?

-No, e incluso diría que me ha ayudado a ser más feliz. Porque una vez que sales del armario y das la patada en la puerta, ya no hay marcha atrás ni nada que temer. De todas formas, yo nunca lo he ocultado, salvo una época en la que mi pareja era inspector y él no quería airearlo, así que si yo salía del armario inevitablemente le sacaba también a él. Además, yo jamás he escondido mi pluma, y he dado por hecho que tarde o temprano se sabría.

Begoña Gallego Luis, también policía nacional, es la presidenta de la asociación. Ella mejor que nadie conoce las asignaturas pendientes de esta lucha que, con frecuencia, se mueve en arenas movedizas. Una lucha que en su caso es de doble carril: es una agente lesbiana, pero también es una agente mujer. «La Policía es un reflejo de la sociedad, y las mujeres seguimos invisibilizadas en muchos entornos», reconoce. «Dentro del cuerpo, y no me corto en decirlo, sigue habiendo mucho machismo». ¿Y homofobia? «La misma que en el resto de la sociedad».

Begoña Gallego Luis, presidenta de la asociación.

Le pedimos a Begoña algunos ejemplos: «A la hora de detener a un varón, siempre tiene que ir otro hombre conmigo. Y eso lo puedo llegar a entender, por una cuestión de paridad de la fuerza física. Pero cuando se trata de ascensos, de los puestos importantes de confianza… con las mujeres se cuenta muchísimo menos. Y lo sé porque mi pareja tienen un cargo en la Policía y se encuentra en reuniones donde hay siete jefes y quizá sólo dos jefas».

En estos ocho años de historia de LGTBIPol, uno de los episodios que más polvareda levantó fue cuando en 2018 algunos de los miembros de la asociación quisieron desfilar en el Orgullo de Madrid con sus uniformes. En el caso de los policías nacionales, el Ministerio del Interior, comandado por Fernando Grande-Marlaska (abiertamente homosexual), les dio una autorización que terminó siendo revocada la víspera de la manifestación. «Lo único que queríamos era dar visibilidad al Cuerpo, igual que se hace en otros Orgullos del mundo, como en el de Nueva York, donde una representación de agentes desfila con su uniforme. Pero el día antes, el secretario de Estado de Seguridad nos dijo que no iba a poder ser, porque habían recibido unas llamadas de última hora, ‘presiones políticas’. El mismo día de la manifestación, Markaska nos recibió en su despacho. Se hizo una foto con nostros y la subió a las redes sociales para mostrarnos su apoyo, pero nos dio a entender que estaba atado de pies y manos».

Explica Rufino: «Queríamos que fuese algo similar a las procesiones de Semana Santa, donde siempre hay una representación oficial de la Policía. Pero se agarraron a un tema jurídico: y es que las procesiones no se consideran un acto reivindicativo y el Orgullo sí, y los estatutos no permiten que los agentes nos posicionemos».

Más suerte tuvo Arantxa Miranda, policía municipal de Madrid y también miembro de LGTBIPol, pues ella sí que obtuvo los permisos del Ayuntamiento -con la entonces edil Manuela Carmena- para desfilar uniformada. «Entregué el arma y la placa y fui en la manifestación con una representación de agentes de otros países, pero no con mis compañeros de la Policía Nacional », dice. Con lo que no contaba Arantxa es con el odio que aquel paseíllo reivindicativo iba a desatar en redes sociales. «Me pusieron verde. Y no por mi orientación sexual, sino que recurrieron a mi trayectoria profesional. Dijeron que yo jamás me había puesto las botas de Policía y que sólo usaba el uniforme para hacerme fotos. Era todo mentira, porque hasta entonces yo había estado en muchas investigaciones de la Policía, como la Operación Surco contra aluniceros, había sido motorista de tráfico…».

Arantxa Miranda, agente municipal.

Hoy, Arantxa es la cara visible de la Unidad de Gestión de la Diversidad de la Policía Municipal de Madrid, una comisaría pionera en España especializada en los delitos de odio, una coctelera en la que entra la discriminación por racismo, xenofobia, orientación e identidad sexual, género, prácticas religiosas, origen étnico, diversidad funcional, discapacidad, ideología… Por su trabajo en esta Comisaría de la Diversidad, Arantxa ha dado muchas formaciones a otros compañeros. Y aunque los agentes reciben estas actualizaciones con muy buen talante, recuerda algún caso aislado de rechazo frontal: «En una formación de inspectores en Ávila, yo estaba hablando del cacheo a personas trans, y uno de ellos dijo que no estaba de acuerdo con lo que estaba contando, se levantó y se fue». Y sin embargo, Arantxa reconoce que el Ayuntamiento de la capital, «independientemente de los partidos, está haciendo un gran esfuerzo en la formación de agentes en materia de diversidad».

¿Y qué hay de la polémica de algunos agentes que, aprovechándose de la nueva Ley Trans, han hecho el cambio registral de género? «Eso es un fraude de ley, porque te estás cambiando de sexo para beneficiarte de una serie de ventajas, por ejemplo en las pruebas físicas de una oposición», dice Begoña. «Pero una vez que se solicita el cambio en el Registro Civil, luego hay que ratificarlo delante de un juez. Yen estos años solo ha habido un caso: el de una persona que fue al registro y se benefició de las oposiciones por ser un varón. Pero luego todo eso se desestimó y se anuló. No es tan fácil como la gente cree. De hecho, los trans que hay en el Cuerpo se pueden contar con los dedos de una mano».

En el caso de la Guardia Civil, mucho más vinculada a los entornos rurales, la situación de sus agentes LGTBI es a menudo más peliaguda. «Cuando entré en la academia, tuve que meterme de nuevo en el armario», confiesa Antonio (nombre ficticio), de 43 años. «Además yo tuve una vocación tardía, llegué allí con 39 años y estaba rodeado de chavales de 25 que no sabes de qué palo van. Entonces busqué en Google alguna asociación que pudiera representarme, me encontré con LGTBIPol y me hice socio. En estos cuatro años, en cada uno de los destinos en los que he estado he ido con tiento al principio, imagino que como en cualquier otro trabajo. Hay algunos jefes de la vieja escuela a los que la gente todavía les tiene miedo. Pero poco a poco me he ido abriendo. Y hoy mi marido viene a los eventos del cuartel, mi situación civil con otro hombre está absolutamente normalizada, e incluso yo mismo participo de las bromas subidas de tono, que las hay, como las hay de los heteros, con total naturalidad».

Pablo (también nombre ficticio) es otro de los guardias civiles de LGTBIPol. «Como en estos entornos nadie cuenta nada, te sientes un poco solo», explica. «Ellos hablan abiertamente de mujeres, de sus conquistas del fin de semana… Y tú te callas, porque quieres dar una imagen respetable y que tu condición sexual no manche tu profesionalidad. Me destinaron a un pueblo, y ya era famoso antes de llegar: me convertí en el guardia civil gay en ese y todos los pueblos de la comarca, y al ser homosexual estás en el punto de mira». Pablo recuerda incluso el bullying al que le sometió un mando durante bastantes meses: «No hacía referencias explícitas a mi condición sexual, pero me ridiculizaba delante de los otros agentes con cuestiones del trabajo… Me afectó psicológicamente y en mi rendimiento, y lo pasé realmente mal». Tras cambiar de destino, hoy Pablo confiesa encontrarse «fenomenal».

Desde 2016, el gran caballo de batalla de LGTBIPOL ha sido la toma en consideración cada vez más profesionalizada de los delitos de odio. «No es fácil, porque se trata de algo subjetivo», explica Arantxa, muy familiarizada con todos los casos que llegan a la Comisaría de la Diversidad. «Yo te puedo llamar ‘maricón’ porque tienes una expresión de género no acorde a lo que yo entiendo por masculino. Y a lo mejor ese día revientas porque llevas años con esa mochila de ser el maricón, y te atreves a denunciar. Pero para tipificarlo como delito de odio tiene que haber una gratuidad de los hechos, o unos antecedentes, o la intención de ir contra el colectivo y no contra una persona en concreto… Ynosotros te vamos a atender con mucha empatía, te vamos a intentar tranquilizar, se va a investigar, podemos incluso hacer una mediación antes de ir por la vía penal o administrativa… Pero a lo mejor no hay un hay un delito de odio, sino un hecho odioso».

Begoña va un paso más allá: «Voy a tirar piedras sobre nuestro propio tejado, pero es verdad que se dan muchos casos que son una filfa. Si a mí alguien me llama ‘lesbiana’, me doy media vuelta y me marcho. Pero hay gente que por un insulto de ‘maricón’, algo que no debería pasar y está mal, por supuesto, denuncia. A veces tenemos la piel muy fina, saturamos el sistema… Y no hay que olvidar que los delitos de odio son algo muy serio».

Premio Cervantes 2024 para Álvaro Pombo, escritor español y LGBT

El literato y vocero de la comunidad LGBT recibirá el premio más prestigioso de las letras en castellano.

El escritor español Álvaro Pombo es el ganador este año del Premio Cervantes, el más prestigioso de las letras en castellano, anunció este martes el ministro español de Cultura, Ernest Urtasun.»Álvaro Pombo ha creado aquello que define a los grandes escritores, un mundo literario propio, imperecedero e imprescindible, que conmueve», afirmó el ministro al leer el fallo del galardón.

Álvaro Pombo y García de los Ríos (Santander, España, 1939) es un poeta, novelista y expolítico español, académico de la Real Academia Española desde 2004.

Desde que en 1973 se publicó su primer libro de poesía, «Protocolos», Pombo se ha considerado una voz personal y única en la literatura española. Ganó el premio El Bardo con su obra «Variaciones» en 1977.

Ese año regresó a España, publicándose también su primer volumen de narrativa, «Relatos sobre la falta de substancia», que contenía un gran número de historias cortas protagonizadas por personajes homosexuales.

​Y es que el tema gay está presente en varias de sus obras, siendo que el autor de 85 años ha reconocido su homosexualidad en numerosas entrevistas, dando su opinión a ciertos temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Fuente: https://diario.elmundo.sv/escena/premio-cervantes-2024-para-alvaro-pombo-escritor-espanol-y-lgbt

Seis meses de cárcel a unos padres que llamaron «lesbiana de mierda» a la novia de su hija

València, 23 jul (EFE).- Un matrimonio formado por un hombre de 50 años y una mujer de 47 han reconocido ante un tribunal de València que insultaron, vejaron y humillaron repetidamente a la pareja de su hija con expresiones como «guarra», «zorra» y «lesbiana de mierda», y han aceptado una condena de seis meses cárcel y el pago de una multa de 540 euros cada uno.

Además de los seis meses de cárcel, pena que queda en suspenso si no delinquen en dos años, y los 540 euros de multa para cada uno, al matrimonio se le impone una inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión educativa, el tiempo libre y docente por cuatro años y medio.

La conformidad se ha producido antes de la vista oral prevista en la Audiencia Provincial de Valencia, donde inicialmente la fiscalía pedía un año y ocho meses de prisión para cada uno por un delito de odio y contra la orientación sexual.

El fiscal Héctor Melero ha explicado a los periodistas que ha acordado rebajar a un tercio la petición de pena al haber reconocido los padres los hechos y, de esta forma, admitir «que han obrado mal» tanto con la víctima, menor de edad cuando ocurrieron los hechos, en 2021, como con su hija, también de menos de 18 años en ese momento.

El representante del ministerio público ha señalado que el matrimonio ha reconocido que, «de manera reiterada», insultaban y vejaban a la víctima y que, incluso, llegaron a llamar a la madre de ésta última «con expresiones de claro contenido intimidatorio, humillantes y tendentes a evitar la relación que mantenían (la hija y su pareja), por no aceptarla».

A comienzos de 2021, la hija de la pareja comenzó una relación sentimental con la víctima que no agradó a los padres ya que consideraban que su hija no debía tener relaciones con mujeres sino con hombres, y que debía tener hijos.

El ministerio público sostiene que, mientras duró la relación, los acusados se dirigieron a la perjudicada movidos por la animadversión a su orientación sexual con insultos e incidentes cada vez que se cruzaban con la víctima por la calle o a la salida del instituto en un municipio de la comarca de La Safor, donde todos residían.

«No te acerques a mi hija», «lo tuyo es una enfermedad y se la estás contagiando a mi hija» son algunas de las expresiones que en alguno o varios momentos profirieron en espacios públicos y en presencia de testigos a la víctima, a quien el padre llegó a amenazar diciéndole que iba a barrer el suelo con su pelo.

El 12 de octubre de ese año en un recinto ferial, el padre acudió al lugar donde se hallaba su hija y su pareja con otras amigas y se dirigió a la victima de forma muy alterada y violenta, lo que asustó a las menores pensando que les iba a agredir y propició que tuvieran que intervenir preventivamente los vigilantes de seguridad antes de que la novia acudiera a la Policía Nacional a denunciar lo sucedido. EFE

Fuente: https://www.infobae.com/espana/agencias/2024/07/23/seis-meses-de-carcel-a-unos-padres-que-llamaron-lesbiana-de-mierda-a-la-novia-de-su-hija/

Denuncian una agresión multitudinaria a un chico trans en el barrio de Sants de Barcelona

Internacional

El Observatorio contra la LGTBI-fobia y la Plataforma Trans han denunciado una agresión de 12 jóvenes a un chico transexual el pasado sábado en el barrio de Sants de Barcelona. 

Según ha explicado la víctima, los chicos empezaron a reírse de él a sus espaldas y preguntándole si era chico o chica. Cuando se encaró y les dijo que era un chico empezaron a insultarle, a decirle «lesbiana de mierda» y que daba «asco», que les enseñara el pene y  le agredieron. Le escupieron y le dieron puñetazos en la cara y la cabeza.

Por último, pudo huir y refugiarse en un supermercado, donde fue atendido por una patrulla policial de proximidad. 

Concentración en protesta el jueves

Los Mossos d´Esquadra aún no tienen constancia oficial de la denuncia. El Observatorio contra la LGTBIfobia de Catalunya busca a la víctima para acompañarla a denunciar en comisaría, como ya hizo con las dos agresiones anteriores, y que así pueda iniciarse una investigación oficial.

El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, y el concejal de los comunes Marc Serra han condenado los hechos y se han solidarizado con la víctima. 

El Observatorio ha convocado una concentración el jueves de la próxima semana para denunciar los últimos ataques transfóbicos en la capital catalana, tres con el que sucedió en la noche del sábado en Sants.

Fuente: https://www.20minutos.es/noticia/5234556/0/denuncian-una-agresion-multitudinaria-un-chico-trans-barrio-sants-barcelona/

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